Tal vez por su condición de isla, Cuba es y ha sido muy a menudo una excepción dentro de la región de América Latina y el Caribe. En esta época en que la realidad mundial está dominada por las noticias sobre la pandemia causada por la COVID-19, el país caribeño registraba a finales de mayo menos de 2.000 casos confirmados y el número de fallecidos no alcanzaba el centenar.
Estas cifras no han llevado a las autoridades cubanas a confiarse. De hecho, el estricto programa de vigilancia epidemiológica puesto en marcha por el Gobierno desde el primer momento de la crisis tiene mucho que ver con lo reducido de esas cifras de casos y muertes.
Un reportaje de la BBC contaba a principios de mayo como, pese a tener tan solo 800 casos activos en la isla, unas 10.000 personas estaban aisladas en sus casas y en centros sanitarios hasta confirmar si estaban o no contagiadas.
La seriedad con la que Cuba ha abordado la cuestión sanitaria es la misma con la que ha abordado otros problemas colaterales. Para evitar que la crisis sanitaria pudiera derivar en crisis alimentaria, los esfuerzos del país para mejorar su sistema productivo agrícola se han intensificado, como se puede observar en las fotos que acompañan este blog y que nos ha hecho llegar los equipos del Proyecto de Desarrollo Cooperativo en la Región Oriental de Cuba (Prodecor) y del Proyecto de Desarrollo Cooperativo Ganadero en la Región Centro-Oriental (Prodegan), ambos con financiamiento del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).
El objetivo final de todo esta intensa actividad es asegurar que los agricultores familiares aumentan su nivel de resiliencia antes posibles crisis. La resiliencia, concepto muy de moda en estos días, es algo muy necesario en cualquier lugar del mundo, pero especialmente en Cuba, un país caribeño en el que el impacto del cambio climático se hace sentir poderosamente.
El Prodecor comenzó sus actividades en 2014, convirtiéndose en el primer proyecto del FIDA en la isla desde los años ochenta del pasado siglo. Hoy el FIDA ha puesto un segundo proyecto en marcha, el Prodegan, y acaba de firmar el acuerdo para desarrollar un tercero, el Proyecto de Desarrollo Cooperativo Agroforestal (Prodecafe).
Las inversiones de Prodecor en la modernización de cooperativas productivas y empresas prestadoras de servicios (sistemas de riego, mecanización, plantas de procesamiento de granos, control biológico de plagas, semillas mejoradas, servicios de sanidad vegetal, capacitación y asistencia técnica) han contribuido enormemente a la autosuficiencia de la isla en granos básicos (maíz y frijol) y han tenido un amplio impacto en la producción de otros alimentos (tubérculos, frutas y hortalizas), reforzando la seguridad alimentaria a nivel familiar y comunitario.
La labor desarrollada por el proyecto ha aumentado enormemente la resiliencia de los agricultores cubanos, dándoles la oportunidad de realizar siembras y cosechas más oportunas teniendo en cuenta las condiciones climáticas cambiantes gracias a la instalación de sistemas de riego y la adquisición de cosechadoras que hacen posible una rápida recogida del grano, incrementando así la calidad del mismo. La puesta en marcha de plantas de secado y procesamiento del grano están disminuyendo las pérdidas postcosecha, actualmente estimadas en un 20%.
El Prodecor ha impulsado no solo el uso de maquinaria, sino la puesta en marcha de modelos agroecológicos que fortalecen la sostenibilidad de la producción agrícola. Este logro ha sido posible gracias a la sustitución de agroquímicos que a largo plazo empobrecen y contaminan la tierra por un paquete tecnológico basado en los recursos propios de cada unidad de producción, semillas mejoradas resistentes a sequías y métodos de control biológico de plagas.
Todo ello ha conseguido aumentar la inclusión de mujeres y jóvenes en las actividades productivas, especialmente gracias a la creación de pequeñas agroindustrias procesadoras de frutas y hortalizas y a la introducción de nueva teconología agrícola. Los mayores ingresos de las cooperativas, debidos a una mayor producción de granos, han favorecido este tipo de proyectos.
La labor del proyecto ha aumentado enormemente la seguridad alimentaria de la población de la región oriental de Cuba, propiciando una mayor disponibilidad de alimentos gracias al aprovechamiento de frutas y hortalizas que antes se perdían por su perecibilidad.
Más allá de los logros estrictamente agrícolas, el fortalecimiento económico de las cooperativas ha aumentado su capacidad para prestar servicios a la comunidad en áreas como obras de rehabilitación de espacios públicos y mejora de las instalaciones de puestos de salud en la región. Algo que, de nuevo, redunda en una mayor capacidad de resiliencia de la población rural.
Además, el modelo de organización de las cooperativas prestadoras de servicios ha calado en la población, trascendiendo las fronteras de las 152 cooperativas inicialmente apoyadas por el Prodecor. Ahora, el número de cooperativas que se benefician de los procesos de inversión y formación puestos en marcha por el proyecto suman más de 300.
Sin duda, estamos hablando de un notable éxito conseguido gracias al gran esfuerzo de los técnicos del Prodecor, de los y las cooperativistas y de las entidades prestadoras de servicios, que se han beneficiado de este proyecto conjunto del Gobierno de Cuba y del FIDA.
Las inversiones de Prodecor en la modernización de cooperativas productivas y empresas prestadoras de servicios (sistemas de riego, mecanización, plantas de procesamiento de granos, control biológico de plagas, semillas mejoradas, servicios de sanidad vegetal, capacitación y asistencia técnica) han contribuido enormemente a la autosuficiencia de la isla en granos básicos (maíz y frijol) y han tenido un amplio impacto en la producción de otros alimentos (tubérculos, frutas y hortalizas), reforzando la seguridad alimentaria a nivel familiar y comunitario.
La labor desarrollada por el proyecto ha aumentado enormemente la resiliencia de los agricultores cubanos, dándoles la oportunidad de realizar siembras y cosechas más oportunas teniendo en cuenta las condiciones climáticas cambiantes gracias a la instalación de sistemas de riego y la adquisición de cosechadoras que hacen posible una rápida recogida del grano, incrementando así la calidad del mismo. La puesta en marcha de plantas de secado y procesamiento del grano están disminuyendo las pérdidas postcosecha, actualmente estimadas en un 20%.
El Prodecor ha impulsado no solo el uso de maquinaria, sino la puesta en marcha de modelos agroecológicos que fortalecen la sostenibilidad de la producción agrícola. Este logro ha sido posible gracias a la sustitución de agroquímicos que a largo plazo empobrecen y contaminan la tierra por un paquete tecnológico basado en los recursos propios de cada unidad de producción, semillas mejoradas resistentes a sequías y métodos de control biológico de plagas.
Todo ello ha conseguido aumentar la inclusión de mujeres y jóvenes en las actividades productivas, especialmente gracias a la creación de pequeñas agroindustrias procesadoras de frutas y hortalizas y a la introducción de nueva teconología agrícola. Los mayores ingresos de las cooperativas, debidos a una mayor producción de granos, han favorecido este tipo de proyectos.
La labor del proyecto ha aumentado enormemente la seguridad alimentaria de la población de la región oriental de Cuba, propiciando una mayor disponibilidad de alimentos gracias al aprovechamiento de frutas y hortalizas que antes se perdían por su perecibilidad.
Más allá de los logros estrictamente agrícolas, el fortalecimiento económico de las cooperativas ha aumentado su capacidad para prestar servicios a la comunidad en áreas como obras de rehabilitación de espacios públicos y mejora de las instalaciones de puestos de salud en la región. Algo que, de nuevo, redunda en una mayor capacidad de resiliencia de la población rural.
Además, el modelo de organización de las cooperativas prestadoras de servicios ha calado en la población, trascendiendo las fronteras de las 152 cooperativas inicialmente apoyadas por el Prodecor. Ahora, el número de cooperativas que se benefician de los procesos de inversión y formación puestos en marcha por el proyecto suman más de 300.
Sin duda, estamos hablando de un notable éxito conseguido gracias al gran esfuerzo de los técnicos del Prodecor, de los y las cooperativistas y de las entidades prestadoras de servicios, que se han beneficiado de este proyecto conjunto del Gobierno de Cuba y del FIDA.